Jugar, jugar y... jugar, así de sencillo

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¿Juegas o te desesperas?


Jugar no es sólo una actividad lúdica, de esparcimiento, de ocio, una cosa de niños... Ni siquiera es una actividad exclusiva del ser humano. Ahora estoy observando como mi gata (Katniss) juega con un ratón de plástico. Ejecuta todas las acciones que seguramente ejecutaría con un ratón de verdad. Mi soberbia humana me llevaría a pensar que el pobre animal no sabe (puesto que es un animal) que el ratón en cuestión no es real.

Dejando esa soberbia de lado, estoy seguro que ella sabe perfectamente que está jugando a cazar, representando una pieza teatral en la que la depredadora reina de la casa está cazando un vil ratón. Claro que sabe que es de juguete, que no es real, seguramente no sabe que está hecho de PVC ni comprado en una tienda de mascotas, sabe que ese tipo de ratón no se come. Sin embargo cuando ha cazado algo vivo, sí que se lo ha llevado a la boca (si es una mosca le riño: "¡Qué asco, tía! A saber dónde ha estado") No soy experto en comportamiento animal, pero está comprobado que los animales usan el juego para aprender, el juego teatral, viven situaciones imaginarias y actúan en ellas. Algunas hembras felinas cazan pequeñas piezas y las ofrecen vivas a sus cachorros para que aprendan jugando a cazar. ¡Qué cruel! Esa es otra cosa que a la que nos lleva nuestra soberbia humana: a sentirnos capacitados para juzgar a la naturaleza... ¡Nosotros! ¿Sabes? juzgamos a la naturaleza, nosotros decimos que la naturaleza es cruel... Nosotros que nos estamos cargando el planeta... en fin. 
Muchísima gente (en ocasiones, incluso yo me incluyo) piensa que la vida es una cosa seria, que el trabajo es una cosa seria, que el amor es una cosa seria, que esta vida es una prueba, una lucha, una guerra, un valle de lágrimas... Incluso los hay que defienden que para ser una persona de éxito, tienes que sufrir. 

Una vez escuché en un talent show sobre cocina que "la cocina es sufrimiento"... ¿Perdón? Algo que te gusta, que te apasiona, algo a lo que quieres no puede significar un sufrimiento, ni para ti ni tu debes hacer sufrir a la cocina... cojones.
LA CULTURA DEL SUFRIMIENTO, de esto igual hablo en otro momento, pero vaya por delante, que es así como nos programan, como nos han programado siempre: VIVIR ES SUFRIR. ¡Y una porra!
Recuerdo que algunos alumnos y profesores de teatro me pedían para mis clases "que les diera caña", alumnos y alumnas que me decían: "Tu dame caña" y directores de escuelas que me decían " A los alumnos dales caña", a lo que yo siempre respondía "¿Caña? ¿Es que vas a pescar o a hacer teatro? Aprende a jugar, puñetas y déjate de cañas. Las cañas de cerveza, joder, nada más"
La vida es juego, es viaje, es aventura... Ya hablaremos... ya
A lo que iba. Muchas veces, para algunos siempre, el trabajo, la falta de él, nuestra actividad, nos desborda como si de un río crecido se tratara e inunda todos o gran parte de los aspectos de nuestra vida. Cae sobre nosotros la losa de la seriedad. Nos desesperamos. No vemos la salida. Nos desenfocamos como el gran Woody Allen. En definitiva, nos olvidamos de jugar. Jugar para aprender. Jugar para recuperar la ilusión. Jugar e imaginar escenarios, jugar a resolver nuestros problemas de forma positiva, huyendo del inútil sufrimiento que, como una droga dura, tanto nos gusta. Porque el sufrimiento nubla la vista y nos deja en un estado de estúpida catatonia, como un pedo chungo. Además socialmente está bien visto el sufrimiento. Si sufres te dan palmaditas en la espalda y te llaman pobrecito, pobrecita. Un ejército de plañideras y plañideros a tu alrededor.
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Pero recuerda que los plañideros y plañideras cobran por llorar y a muchos no les importa un rábano lo que te pasa...
La belleza está en la felicidad y la risa es su expresión. Cuando el hombre ríe el mundo se vuelve bello, la vida se vuelve bella. Y no sólo bella, sino también poderosa. La risa nos distancia del dolor, elimina el miedo y nos da seguridad, libertad y poder. Un pueblo triste es más fácil de dominar que un pueblo feliz. El triste no tiene o piensa que no tiene nada que perder, nada por lo que luchar. El feliz luchará hasta el final para defender su más preciada posesión: LA FELICIDAD y, por consiguiente, su libertad.
JUGAR es aprender, aprender a vivir. Sufrir, a veces es necesario, pero que sea una pausa en nuestro juego, el llanto del niño o la niña que en plena euforia del juego cae y se pela las rodilla, llora unos segundos y sigue jugando.
Si alguna vez todo te supera, te aburre, te desespera, es que necesitas jugar. Búscame y jugaremos.
"LA FELICIDAD ES EL CÓMO, NO EL QUÉ"
Herman Hesse


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