COMUNICACIÓN Y ORATORIA

¿Hablar EN público, hablar Al público o hablar CON el público?

La ORATORIA puede definirse como el arte de hablar con elocuencia, o también como el arte de hablar en público. La finalidad de la oratoria es apoyar a las personas para que puedan transmitir un mensaje de forma ordenada con el objetivo de informar, de persuadir o de conmover a su auditorio.

La COMUNICACIÓN INTERPERSONAL es el proceso por el cual los seres humanos intercambian sentimientos e información mediante mensajes verbales y no verbales. De hecho, el 80 % de la comunicación es no verbal.

Aunque son conceptos a priori casi iguales, tienen sus propios matices y, por consiguiente, su propia manera de gestionar, aprender, entrenar… Para mí, la COMUNICACIÓN INTERPERSONAL se incluye en LA ORATORIA y la ORATORIA forma parte de la COMUNICACIÓN INTERPERSONAL, este discurso que parece un galimatías lo utilizo para indicar que LA ORATORIA es un ARTE y la comunicación una NECESIDAD. Aunque en el desarrollo de mi trabajo hago uso muy a menudo de la ORATORIA, mi proyecto formativo va dirigido a la COMUNICACIÓN CARA A CARA, PERSONA A PERSONA. Después de mucho tiempo (más de 25 años) desarrollando proyectos formativos sobre el cuidado de la voz, la dicción, hablar en público, etc. dirigidos a maestros y maestras, locutores y locutoras, actores y actrices, doctorandos y todo profesional que necesita comunicarse con un público, actualmente estoy teniendo muchas propuestas de personas que se dirigen al público a través de cámara y micrófono en formato video para redes sociales (YouTube e Instagram) y Podcast. Realmente me satisface ver cómo estas personas buscan la excelencia no sólo en sus contenidos y en la tecnología (sonido, cámaras, iluminación, realización, edición…), sino también en cómo llegar de manera efectiva a su audiencia, mover y conmover.



Comunicar es compartir, para compartir debemos establecer un vínculo en dos direcciones, del emisor al receptor y viceversa, creando así una relación, creando “comunidad”, “familia”.

LA MOTIVACIÓN COMO IMPULSO. Dos son las peguntas que nos debemos hacer a la hora que emprender un proyecto en el que me voy a comunicar con un público: ¿Por qué? Y ¿Para qué? ¿Por qué quiero transmitir esto a través de las redes sociales? ¿Por qué quiero desarrollar este proyecto divulgativo, de debate, de noticias, etc.? El “por qué” creo que hay que buscarlo en nuestra parte de voluntad más humanista, profunda, altruista y personal. “Mi vida ha cambiado. Después de una experiencia negativa me propuse cambiar mis hábitos, desechar aquello de mi entorno que me ahogaba, etc. empecé a entrenar, a cuidar mi alimentación, a gestionar mi tiempo, a cambiar paradigmas… Me ha ido muy bien y quiero compartirlo con personas que lo puedan necesitar, ayudar a otros a mejorar sus vidas”, esto es lo que me contestan muchos con los que trabajo y he trabajado. Muy bien ese es el impulso motor. Ahora veamos el “para qué”. Aquí no está tan claro que la respuesta sea concreta y concisa y, sin caer en la manipulación de la respuesta, muchas veces tengo que ayudar a encontrar esa respuesta. El “para qué” hay que buscarlo en el deseo, en lo que quiero conseguir, me explico: “ganar dinero, esto es un negocio y a partir de mis videos y de mis podcasts promociono y creo comunidad para mis formaciones, mis productos (línea de ropa deportiva, complementos alimentarios, libros de autoayuda, especializados en el tema que desarrollo, ya sea hábitos saludables, gestión económica, tecnología, deporte, etc.)”, “conseguir muchos seguidores”… Tanto el “por qué” como el “para qué” son razones, el por qué nos habla de lo que quiero hacer y el para qué de lo quiero conseguir y, sí claro, podemos pensar que es lo mismo: razones, objetivos, pero cada uno tiene un matiz motivacional distinto. Y este es el primer paso para ponerme en el punto de salida. A partir de aquí empezamos a trabajar para que tu comunicación sea más efectiva necesitamos saber por qué y para qué quieres comunicar todo esto.

En mi caso fue el teatro, más que el teatro como arte, fue todo el proceso de aprendizaje, que aún estoy en él y nunca acabará, y lo que este proceso influyó (y sigue influyendo) en mi en muchos niveles: autoconocimiento, autoexploración, conciencia de mi cuerpo y de mi mente, ansia sana de aprender y experimentar y muchos beneficios más. Ese fue mi motor para desarrollar formaciones y experiencias basadas en la formación actoral y en la filosofía del arte escénico que pudieran aportar beneficios importantes para el desarrollo personal y profesional de las personas. Desde la oratoria hasta la gestión de conflictos, la salud vocal, la visión creativa de la vida, la buena conducta postural, la gestión emocional y muchas cosas más que, ayudado siempre por grandes profesionales y amigos de otras disciplinas (psicología, administración y dirección de empresas, gestión de recursos humanos, docentes, médicos, logopedas, coachers… grandes maestros a los que les debo mucho), he podido desarrollar e impartir y considero que he ayudado a muchas personas y he aprendido mucho de ellas; porque se trata de eso: de crear un vínculo empático en que todo fluya en varias direcciones. Lo primero que aprendí fue a escuchar, estar disponible y proponer, nunca imponer. Trabajar desde la persona: lo que quiere solucionar, sus preocupaciones, sus percepciones erróneas o no, sus retos, sus deseos… y luego poner mis conocimientos y mi experiencia (errores y aciertos) a su entera disposición. Motivar la investigación y la experimentación además de adquirir conocimientos teóricos a través de la lectura. Y ganar dinero con ello, lo suficiente para vivir sencillamente, o sencillamente vivir.

A muchas personas les preocupa su acento, su “voz de pito”, afonías, el miedo de ponerse ante un público y exponer algo, etc. Muchas veces quieren eliminar estas cosas más que aceptarlas como características propias de su personalidad e intentar rentabilizarlas y optimizarlas. Por ejemplo, el acento. Canarios, andaluces, valencianos, gallegos, catalanes… Si no existieran los acentos perderíamos un signo de identidad de la gran riqueza cultural de nuestro país. “No, no vamos a eliminar tu acento, no eres actor ni actriz, no locutor o locutora de una cadena de tv nacional, vamos a ver qué cosas a nivel de dicción debemos trabajar para optimizar la comprensión y la comodidad de quien te escucha”. “Lo que llamas voz de pito tiene que ver con la velocidad. Al correr elevamos el tono, pasa lo mismo cuando vas en un coche, cuando acelera oímos como el motor suena más agudo”. “Ya, pero es que tengo que correr porque debo decir mucho en poco tiempo, por ejemplo, en los shorts para YouTube o para Instagram” “Confundes velocidad con ritmo y no es lo mismo. Además, está el tema de la respiración, la dosificación adecuada del aire, usando el diafragma, también influye en el tono y en el timbre de la voz”. Y la tensión, un emisor tenso no comunica. Así podríamos seguir. El primer paso para encontrar una solución es reconocer el problema, pero el segundo y no menos importante, es saber enunciarlo. Un buen enunciado del problema nos pone en el camino de su solución. En definitiva, trabajar desde la persona como individuo, con sus circunstancias, porque cada persona es un mundo y aunque compartamos muchos aspectos, lo que funciona para unos no tiene porqué funcionar para otros y, para mi es importante desarrollar la personalidad de cada persona y no crear modelos imitables, lo auténtico es inimitable.

Es un proceso largo y muchas veces caro, pero como todo. Gastamos mucho dinero y tiempo en nuestra alimentación, como no puede ser de otra manera, buscamos la bebida ideal que nos hidrate, nos antioxide y nos de placer, invertimos mucho dinero y esfuerzo en cuidar nuestros cuerpos, sin embargo ¿cuánto dinero y tiempo dedicamos en aprender a respirar correctamente? Cuando es sabido que sin comer podemos estar un tiempo sin tener consecuencias graves, sin beber un tiempo más corto, pero sin respirar, a penas segundos antes de padecer efectos posiblemente mortales. Además de todas las dolencias y problemas que provoca con el tiempo una respiración incorrecta: ansiedad, problemas respiratorios, de resistencia y fuerza, incluso mentales. Lo mismo podemos decir de la comunicación. El ser humano está programado para vivir en comunidad, palabra que comparte raíz con comunicar. Comunicarnos es vital y debemos hacerlo con eficacia, con unas buenas herramientas y puestas a punto, con habilidades en continuo desarrollo. Aunque es una actividad intelectual, lo hacemos desde nuestro cuerpo de forma orgánica, eso sin hablar de la propia comunicación del cuerpo, la comunicación no verbal que tantos ríos de tinta ha vertido y de la que se han creado tantos y tantos mitos. Transmitir, emocionar, conmover, empatizar, sentir que formamos parte de un maravilloso todo. Da igual el medio que elijas para comunicar lo que quieras, de ti depende que tu comunicación sea efectiva y sirva para algo. Si además ganas dinero con ello profesionalmente, debes ser un buen profesional que dé seguridad a sus usuarios, que emocione, que motive, que de verdad quiera aportar algo bueno a alguien y no pasa nada que ganes dinero con ello, es de lo más lícito. Con todos mis respetos a los y las dentistas, por ejemplo, son profesionales fundamentales en la salud de las personas y desarrollan una labor imprescindible y cobran por ello, y no poco, las más de las veces, no soy yo quién para valorar el trabajo de nadie, sus esfuerzos para llegar a lo que es, sus noches sin dormir estudiando una carrera casi eterna... Realmente es cuando pierdes la preocupación por ti mismo y estás seguro, cuando estás en condiciones de poder ayudar altruistamente a los demás. Cualquier actividad conlleva esfuerzo, horas de preparación, de trabajo, de pruebas y errores, de inversión de tiempo y dinero (el tiempo también es dinero) y debe ser recompensado.

Entre la numerosa fauna de “comunicadores” que pueblan las redes sólo destacan aquellos que de verdad llegan desde su autenticidad, su originalidad, sus contenidos, su fuerza y energía, su capacidad para “servir para algo”. Lo demás es morralla que tu dedo fusila y desplaza arriba. También existe el peligro de los llamados “gurús”, iluminados que hablan de oídas y con poca preparación, pero a estos se les ve venir, peor cuando no se les ve venir y desgracian la vida a muchas personas con sus seudociencias ¡Cuidado! Tener algo que decir y ganas de decirlo e interés por decirlo bien. Ya está, no se necesita mucho más, ni mucho menos. La técnica es lo más fácil de adquirir, lo más difícil es el contenido, conocer, saber de lo que hablas y callar lo que no sabes mientras intentas aprenderlo, no mentir nunca, no dártelas de super sabio o super sabia, contrastar la información y dar información totalmente contrastada desde la humildad. Las verdaderas personas brillantes son las que con su luz hacen brillar a las demás. Cuando tienes un “QUÉ”, el “CÓMO” casi viene solo. Como decía Tolstoi: “Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de ellos”.

Me siento afortunado de poder contribuir a la “felicidad” de los demás. He trabajado con personas con graves problemas para relacionarse con los demás, para exponer sus ideas y pensamientos, personas que pierden la motivación inicial por sus trabajos a causa de las pobres o malas habilidades comunicativas, que pierden su autoestima.

Una vez una amiga maestra me dijo: “Hay veces que consiguen que odie mi trabajo. Hay días que no hay manera, están insoportables, alterados… me dejo la voz y, por mucho que me acuerde de tus clases e intente respirar, no consigo nada”. “Respirar deberías hacerlo siempre -contesté con ironía para quitar fuego al asunto- No debemos avocar en los otros lo que es responsabilidad nuestra. Tu eres la conductora y no debes dejar de estar concentrada en la conducción. Eres quien lleva el mapa del tesoro y ellos te siguen, si te pierdes, ellos se pierden. Muchas veces somos nosotros quienes proyectamos una energía inadecuada y los demás simplemente reaccionan a ella, debemos preguntarnos si somos nosotros lo que propiciamos ese ambiente, buscar la causa y poner soluciones creativas ¿Por qué no dar la clase en el patio, bajo un árbol o en la plaza del pueblo? Nunca la violencia, sea del tipo que sea, es la respuesta adecuada a la violencia, nunca la tensión se puede contrarrestar con tensión. A veces, simplemente, lo que hay que hacer es cambiarnos las gafas con las que estamos viendo el mundo”

Considero que la oratoria y la comunicación interpersonal son disciplinas que se deberían dar en las escuelas y desde la enseñanza infantil, sin adoctrinamientos y por personas especializadas.

Somos lo que somos y comunicamos desde lo que somos, lo que experimentamos, nuestros sentimientos, nuestras preocupaciones, nuestros anhelos, nuestros conocimientos, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestros errores y aciertos, nuestras frustraciones y éxitos. Formarse, leer, estudiar, aprender, adquirir buenos hábitos, ser auténticos, pero, sobre todo, sinceros. Amar lo que hacemos y amar a aquellas personas para las que lo hacemos. El compromiso es el primer paso, ¿lo damos juntos?





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