A TRAVÉS DEL ESPEJO

ME HACE ILUSIÓN COMPARTIR UN FRAGMENTO DE MI ENSAYO "TEATRALÍZATE" QUE ESPERO QUE MUY PRONTO VEA LA LUZ.



La vida, como el teatro, es como un camino que nos lleva de no ser nadie a ser un recuerdo en algunas personas, o en muchas. En ese camino, como dirían los pesimistas, aprendemos a morir. Sin embargo yo pienso que lo que aprendemos es a vivir y que la muerte es el diploma. No soy creyente, soy escéptico y pienso que antes de nacer no somos nada y después de morir seremos nada de nuevo. La única diferencia es que nos asusta más no ser nada después de la vida que no ser nada antes de nacer, eso ni siquiera nos lo planteamos. Pero lo que tengo claro es que entre ese nada del que surgimos y ese nada al que vamos, hay un camino maravilloso que es la vida. Y su reflejo en el espejo: EL TEATRO. De algún modo, eso es para mí el teatro: un viaje a través del espejo de la vida… y, eso es para mí la vida: un viaje a través del escenario del mundo. Si el arte es vida, ¿por qué la vida no puede ser arte? Vivir artísticamente, como cantaba Celia Cruz: “No hay que llorar que la vida es un carnaval”. Un carnaval artístico, una comedia con sus personajes, sus decorados, su música… en la que cada uno de nosotros somos el protagonista, aunque, a veces, se nos olvida.


            Como todo viaje, tiene un origen y un destino y entre el origen y el destino, está el camino. Un camino que otros han hecho y que han dejado sus huellas. Unas huellas que vale la pena seguir, pues esta profesión de actuar y de vivir es mucho de “maestro y aprendiz” y maestros ha habido y hay muchos, algunos de ellos lo han sido y lo son sin darse cuenta de ello, otros se han entronizado a ellos mismos y se han dado el título de maestro, sin merecerlo. No hace falta que te diga que me quedo con los primeros, pues el verdadero maestro no es el que enseña lo que es, sino el que te enseña a aprender lo que es, el que hace posible que lo descubras tú mismo.
             

            Una vez, una persona me respondió cuando le pregunté qué le había parecido una obra de teatro que acabábamos de ver: “No sé qué decirte, yo no entiendo de teatro”. Seguramente lo decía porque venía conmigo y él consideraba que yo sí sabía mucho sobre teatro. Más o menos le respondí que para disfrutar de algo no es necesario saber. Simplemente disfrutar. Saber solo te puede ayudar a apreciar eso que estás disfrutando (apreciar=poner precio=valorar). Me miraba como incrédulo. Ante un buen vino, no necesito ser sumiller para disfrutarlo, lo único que necesito saber es si me gusta o no. Nada más. No hay nada que entender, simplemente dejarse llevar. Intentando definir lo que es el placer, se nos olvida sentirlo. Debemos, de vez en cuando, dejar a nuestra parte intelectual en stand by y simplemente dejarnos llevar por el tobogán del placer, ya sea viendo un cuadro, disfrutando de un espectáculo o saboreando una copa de vino.
El teatro y la vida van de la mano. El ser humano es teatral por naturaleza. No digo nada nuevo si afirmo que el teatro puede dar mucho más de lo que pensamos a la hora de educar, de aprender, de desarrollarnos como personas... No, el teatro no es eso que algunos hacen. El teatro es parte de nuestro ser y si no... ¿Quién no ha ensayado alguna vez frente al espejo una conversación con su jefe, con su jefa, con su amante...? ¿Quién no ha ensayado un paso de baile a lo Saturday night feber? El teatro nos puede ayudar y mucho, sólo debemos abandonar ciertos tabúes, malas percepciones, ideas confusas y equivocadas de lo que es. Asumamos nuestra condición dramática y disfrutemos de esta comedia que es la VIDA. 


Comentarios

Entradas populares