LA JUSTICIA ES CIEGA
LA JUSTICIA ES CIEGA
LOS JUECES NO DEBERÍAN
SERLO
una reflexión personal
Cuando hablamos de
justicia, nos vienen imágenes de jueces y magistrados, abogados,
fiscales, condenados, imputados, testigos, y todo lo que va orbitando alrededor
de los tribunales. Pero de lo que quiero hablar es de los jueces sin toga, los
que usan mazos en lugar de martillo, los que sentencian sin escuchar más allá
que sus huecas y vacías palabras, esos jueces que olvidan, o nunca han sabido
que, quien tiene la capacidad de juzgar, ha perdido la capacidad de aprender.
Algunos de ellos son peligrosos, ya que el futuro de algunas personas depende
de ellos, de sus juicios y sentencias. Yo me incluyo, porque como profesor de
interpretación para futuros actores y actrices, tengo que juzgar bajo el
eufemismo de "EVALUAR". Aunque en mi defensa debo decir que antepongo
la sinceridad, la frialdad profesional, y que me niego a dejar de aprender, por
eso rehúyo tener que juzgar/ evaluar. Pero,
de momento es necesario.
Empezamos teniendo que
juzgar quién es apto y quien no lo es para poder cursar. Ese es el primer trago,
mal trago, en el que tienes que juzgar quien va a entrar en tu escuela y quién
no. Claro, pones sobre la mesa todos los conceptos básicos para poder ver, con
tu ojo clínico, que el aspirante es alguien que quiere de verdad formar parte
de esto o si, por el contrario, viene a probar esto qué es o, como en algunos
casos, es un pirado que pasaba por allí o un gracioso al que le han dicho
"Tienes gracia, podrías ser actor", y alguien le ha dicho,
"Estudia arte dramático, te irá bien..." Tomas tus decisiones
con el miedo a equivocarte, eso siempre está ahí, seguro que te vas a
equivocar, pero todos no pueden entrar, afortunadamente, si
has impedido la entrada a alguien que de verdad quiere, éste se
buscará la vida, escuelas hay muchas (demasiadas para mi gusto). Pero también
es posible que con tu juicio rompas el sueño a una persona, aunque, también es
verdad que los sueños que se rompen suelen ser sueños muy débiles o simplemente
caprichos de la edad.
Luego, durante el curso, te conviertes en el profesor. Todos
tus alumnos buscan tu aprobación, que les digas que lo hacen bien, aunque ellos
te intentan convencer de que les digas lo que hacen mal, es psicología inversa,
“Dime lo malo que soy y así sabré lo bueno que soy, o sea dime lo que hago mal
y así sabré lo que hago bien…” (Ala, ya estoy juzgando). Mientras tú te dejas la
piel intentando abrirles la mente al concepto de Arte y de aprendizaje del
arte. “El arte no se enseña, el arte se aprende” “Si juzgas y te juzgas no
podrás aprender” “No se trata de si lo haces bien o mal, se trata de sentir lo
que haces” “Emociónate y comparte, expresar es compartir” “Busca la verdadera
poesía que se haya en lo más profundo de tu alma, esa poesía escasa y no seas
un poeta más, hueco, engolado, técnico y vacío, la técnica es el refugio del
mediocre” “Hay demasiados poetas para tan poca poesía”… Orientas, guías, estimulas…
Mides tus palabras, sabes, o debes saber, que a ciertas edades, algunas
palabras pueden ser peligrosamente malinterpretadas. Textos, experiencias
(otros lo llaman ejercicios), improvisaciones… y luego hay que evaluar, volver
a juzgar. Vale, cuidado, que nadie se ofenda y que cada palo aguante su propia
vela, hay grandes profesionales, formadores vocacionales que desprenden conocimientos
como una flor desprende aroma, maestros que te enseñan a aprender, aquellos que
dicen, “primero buscaremos a la persona y luego ya aparecerá el actor o actriz
que hay en ti”, gente que se apasiona y contagia su pasión, con este tipo de
maestros, no te hace falta que te digan si eres bueno o no , si lo haces bien o
no, lo notas, lo sabes, si has llegado o no lo ves tú mismo, no necesitas que
el maestro te lo diga “A ser Marlon Brando no se aprende, o se es o no se es y
para serlo, primero tienes que querer, pero querer de verdad” “Yo no soy mago,
no tengo la varita mágica que te va a convertir en actor. Yo te oriento, el
resto es cosa tuya”, dicen… Pero, también hay formadores que forman porque sí,
porque es su forma de vida, porque, quizás, no se han atrevido a otra cosa, o
quizás alguien los juzgó y ellos se lo creyeron tanto que acabaron así, otros
que sólo en su reino de taifas de su aula se sienten poderosos y juegan con el
futuro y los sueños de las personas, profesores que desprenden sus
conocimientos como una mofeta desprende su olor, “Aprender es sufrimiento” “Yo
haré de ti un gran actor”, dicen.
Una vez un alumno (o discípulo, o como a mí me gusta,
colega) dijo, “Contigo he aprendido a ser mejor persona y ello me ha hecho
mejor actor”, cuando tengo dudas o me siento abatido (esos días que lo
mandarías todo a la mierda), me acuerdo de esa frase y mi cabeza empieza a
llenarse de ideas para la próxima o próximas clases.
Evaluar debería ser orientar, analizar cómo los conceptos,
ideas, sentimientos, experiencias y conocimientos van cimentando un edificio
seguro, van abriendo ese camino vital que es el arte, ese camino que se va
haciendo a medida que lo vas caminando, paso a paso, un camino que te acerca a
tus sueños, un camino en el que el éxito y el fracaso, no son más que el
material con que construimos los escalones que nos van a permitir ir subiendo,
son el impulso para poder dar un paso más, siempre un paso más, ya que si
alcanzas todos tus sueños, es porque tenías pocos sueños y demasiado cerca. Los
sueños son la raya del horizonte, nunca llegas, pero cada vez deseas más
llegar, debes mirar hacia ese horizonte siempre, sino perderás tus sueños y sin
sueños… no vale la pena seguir caminando.
Tanto en el arte como en todos los aspectos de la vida,
debemos formar profesionales felices, sobre todo en el arte, el teatro es ocio,
el teatro es un servicio social, nuestra misión es hacer feliz a la gente,
tanto haciendo reír como haciendo llorar, por eso debemos compartir, expresar,
transmitir y dejar de exhibirnos, de alardear de nuestros estúpidos virtuosismos,
regalar sueños, pues eso es para mí el teatro: UN CARGAMENTO DE SUEÑOS.
ÚLTIMAS PLAZAS!!!!!
INSCRÍBETE EN
Comentarios
Publicar un comentario